martes, 24 de enero de 2012

Clarulina + Xeivar, Sara NY y Remedios Puerta


                                             

Hïggo y Brêbva 


Desde la ventana veían como el viento  j u g a b a  a ser escultor.
Repartiendo amor desde una orilla a la otra, vivíamos alli, bajo 
el árbol que amamanta, dentro de un camarote, apartaos.
Empezó a hacer frio y cuando se nos acabaron las cerillas mantuvimos
viva una brasa que alimentábamos a base de cardo corredor y plasta seca.
Se oía lejano el aplauso de la manada, luego quietud.
El vegetal no hacía distinción alguna entre raiz o tallo, podías
encontrarte unas raices estirándose hacia el sol y unas ramas buscando
cobijo en grietas de roca dura.
Si, paseábamos hasta hacer sendero sobre los campos... de hinojo,
de tomillo, de cardo, de árido, de orégano, de arenisca... Desde lejos o desde cerca
intuías a los peces de la charca saludando panza arriba antes de 
sumergirse buscando rico lodo.
Si manaba rojo, la manada vivía y si brotaba yema, se oía el aplauso de
la manada.
Los muy ancianos Hïggo y Brêbva habían observado esos lugares largo tiempo, 
por eso ahora contaban sus cuentos leyendo al tacto las palmas de sus 
manos.


Xeivar (Javier Varela)




Hechizo


Lo que nadie sabe es que Blancanieves no era su nombre. Era más bien un apodo por el color extrañamente níveo de su pelo. Y lo que tampoco nadie supo nunca es que de quien estaba realmente enamorada era de la luna. Así que una noche decidió que ya no se separaría nunca más de ella. Se fue al bosque, se quedó desnuda y se tumbó en la urna de cristal del cuento. Dejó que los rayos fríos acariciaran su piel y fue tanta la emoción y alcanzó tal éxtasis que se quedó ahí plantada literalmente, hechizada por la presencia del astro, como aquella ninfa vegetal. Las noches sin luna se oye un triste lamento filtrado por las ramas pero cuando por fin aparece, sus hojas titilan como cristalitos de plata enamorados. 


Sara Nieto


http://palabraspreciosas.blogspot.com


Pepitas de alegría

Tiene una mirada especial. De esas que se pierden de la vida, y se encuentran en los sueños. Debe ser que lo real le ata a la tierra, y la fantasía la libera de ese cemento gris y opaco.
Así que mientras le hablo, ella sonríe picante e imagina otro mundo. Nuevas primaveras con hojas azules y soles naranjas. Anhelos con sabor a dulce chocolate y a pepitas de alegría.
Paciente, espero a que vuelva de su viaje para continuar con nuestra charla. A veces tarda horas y otras, un chispazo. Pero cuando cae de nuevo en nuestro mundo se ahoga ese brillo azul que navega por sus pupilas. Y ya no sonríe, tan sólo escucha pasiva y contesta obediente.
Ella se llama Clara. La pequeña Clarita que oscurece cuando vuelcan en su memoria recuerdos de un pasado que se le atraganta eterno, pesado. Y se atan a su pecho, a su corazón maltrecho impidiéndole fijar un mañana en su retina.
Así que cuando ese brillo vuelve a sus ojos y renace entre sus labios una mínima esperanza yo la dejo volar, libre. Y a veces, deseo que no vuelva jamás. Porque sé que hay mundos menos reales pero mucho más felices.
Como el de Clara con sus primaveras de hojas azules. Y ese eterno sol naranja.


Remedios Puerta


www.rincondelaesperanza.com

1 comentario:

  1. Bellísmos y llenos de lírica los tres. Aunque al primero no acabo de cogerle la relación con la ilustración, supongo que viene por el título.
    Grandes trabajos los cuatro, porque la ilustración es todo un poema visual.

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