
Mariela era era la mujer más bella de la cordillera y, por supuesto, la más deseada, pero a
Mariela nunca le robaron el corazón. Si conocía a alguien que le gustaba, y detectaba la menor
posibilidad de peligro, se daba la vuelta y salía corriendo. Al llegar a casa, guardaba los besos que no había dado en una bolsa de besos, (son parecidas a esas que uno usa para calentarse los pies en la cama, sólo que más gruesas porque deben resistir más temperatura). Para Mariela eso era suficiente, por las noches se ponía la bolsa en el pecho y se quedaba dormida al calor de las vidas posibles junto a aquellos hombres improbables. Pero pasaron los años y Mariela notaba que la bolsa se iba enfriando, pensó que tal vez echando un poquito de agua hirviendo compensaría el calor perdido, pero eso hacía que, al acostarse, las imágenes fueran cada vez más débiles; otro día se le ocurrió hablar con un extraño en un bar, pero al llegar a casa encontró que no había nada que meter en la bolsa; desesperada, probó incluso a meterla en el microondas, pero entonces los recuerdos se hacían ya demasiado lujuriosos para su edad. Y así fueron pasando inviernos y el frío se iba apoderando de Mariela, hasta que, finalmente, una noche de luna llena reunió el valor para hacerlo. Dejó correr el grifo de agua caliente y se metió, poco a poco, en la bañera. Estuvo un buen rato hipnotizada, observando, en la penumbra de la luna, cómo la bolsa flotaba vacilante entre sus rodillas. Lentamente, la botella navegó hasta encallarse en su barbilla. Mariela la tomó entre su pecho una última vez y aflojó muy despacio su tapón, luego cerró los ojos y, beso a beso, fue derramando el contenido, suavemente, hasta que, al fin, no quedó nada en su
interior...
Santamaria
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Obra de Jaime, cuyo blog podéis visitar en:
Al final habría ganado más de no resistirse tanto ¿no?.
ResponderEliminarVaya uno a saber porqué se resistía tanto...
ResponderEliminarSon tan bellos los besos reales!!!!!!
Beso a los dos :) :)
Una preciosidad de cuento, Jaime.
ResponderEliminarEste proyecto cada vez me gusta más.
Un abrazo.
Un cuento muy bonito, pero es una látima que no se atreviera a dar un beso de verdad. La cobardía y la timidez nos hace perdernos muchas cosas.
ResponderEliminarUna belleza de relato, felicitaciones por tu creatividad!!
ResponderEliminarMis felicitaciones a la ilustradora también, ni que hablar!!
Un abrazo!!
Bonito, triste...lleno de soledad y de sueños. Me ha encantado Jaime :) Y la ilustración también.
ResponderEliminarMuy bonito cuento.Lo que me hace recordar que debo vaciar mi bolsa de besos ya!
ResponderEliminarEl dibujo increíble.
Creo que la ilustración de Clara se ha llenado de sentido con este relato, Jaime, has conseguido explicar la mirada de Mariela. Has llenado de besos esa bolsa roja. Me parece un relato precioso, algo triste y muy enigmático.
ResponderEliminarAbrazos a los dos
Precioso cuento, una bolsa ROJA DE BESOS... cuantos recuerdos, yo tambien dormí con una bolsa de esas abrazada a ella. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarmuchas gracias a todos, es que la ilustración inpiraba mucho
ResponderEliminarRealmente Clara, es una imágen muy inspiradora... ella tiene una mirada entre triste y nostálgica... y esa bolsa de agua caliente, es algo que nunca se me hubiera ocurrido dibujar... jaja y sin embargole queda genial con la mirada...
ResponderEliminarEL cuento es una preciosura...!
Es una pena que nadie haya podido regresarle ese corazón robado...
Felicitaciones a los dos... es de lo mejor...!