sábado, 19 de febrero de 2011

Clarulina + Laura Recio




Atareados, todos los transeuntes de aquel barrio se movían ajetreadamente:

paseaban a sus perros sin darles ningún mimo, corrían a coger el autobús

gritando y maldiciendo,

Iban a sus trabajos bebiendo café con una mano y leyendo el periodico con

la otra mientras contestaban a la vez al teléfono con sus manos-libres,

no paraban.

El tiempo corría y las cosas que hacer surgían a cada paso,

no había que perder ni un minuto. El tiempo era oro y se

jugaban su futuro en aquellas tareas.

Sin embargo, a aquel grupo de seis personas no les molestaba pararse, ayudaban a sus

vecinos, hablaban con la señora de la parada del bus, leían el pediodico en

un banco del parque, salían a correr desconectando sus mentes. Llevaban

una vida tranquila y llena de pequeñas sensaciones que les llenaban. Vivían

sus vidas y cada tarde se lo contaban los unos a los otros, lloviera o nevara

siempre se juntaban.

Esto les hacía grandes, tan grandes que al resto de

las personas se las veía infimas, no les llegaban ni a la rodilla.

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Obra de Laura Recio, una prima única que siempre tiene una sonrisa para regalarte

5 comentarios:

  1. Me encanta Laura, no conocía esta faceta tuya, ¡muy bien!

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  2. Muy bonito Laura, para tomar nota y vivir un poco más despacio.
    Un beso

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  3. Cúanta falta le hace a este mundo ese grupito de ángeles con paraguas :) Me encantó el relato y la bonita imágen, felicidades.

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  4. Qué vidas desperdiciadas corriendo de un lado para otro, para hacer mil cosas urgentes y desatender las importantes. Necesitamos sentarnos en la acera y respirar hondo, para vivir de verdad, como en el cuento. La ilstración me ha gustado mucho con esa ciudad de grandes edificios, la lluvia y los paraguas protectores... Precioso.
    Besos a las dos

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  5. Buenísimo Laura, me encantó, que el resto de la gente no les llega ni a la rodilla, y tanto!
    Un abrazo a ambas

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